Existe la creencia de que la única manera de llegar al conocimiento válido es a través de la ciencia y la técnica modernas. Sin embargo los campesinos han logrado demostrar que su conocimiento es válido y gracias a él la humanidad ha llegado hasta aquí.
También es considerado que este conocimiento es inferior pero bien se ha demostrado que la producción moderna se basa en el beneficio económico mientras que el campesino busca satisfacer sus necesidades como prioridad, diversificando sus actividades y producción. Su unidad de trabajo es su unidad de consumo. Esto conlleva que les merezca la pena producir con mayores costes pero con mejor calidad porque es para consumo propio. Gracias a esta estrategia han conservado la biodiversidad cultivada tan rica y con cualidades muy superiores.
El campesino incorpora mejoras a su forma de hacer, experimentando otras técnicas por mera curiosidad, no estando cerrado a nuevas formas de entender el cultivo. Se adapta a nuevas situaciones climáticas, económicas, familiares.
Las formas de aprender del campesino son múltiples: la observación, la trasmisión entre generaciones, la imitación y la experimentación. Todo ello sumergido en un grupo social que facilita ese conocimiento y en el que se produce la trasmisión. Si se prescinde de ese núcleo cultural se corre el riesgo de perder la trasmisión de los conocimientos adquiridos históricamente o si se cae en el egoísmo de no compartir ese conocimiento estaremos rompiendo la cadena de trasmisión milenaria de la humanidad: el conocimiento compartido.