El uso de plásticos en nuestra vida diaria se ha convertido en una invasión de envases para todo, cuando no más de uno por producto. No hay más que mirar que generamos el triple de desechos plásticos que de orgánico y rechazo.
Hemos adoptado un estilo de vida que ha minusvalorado el efecto sobre el medio ambiente y que puede ser irreversible. Somos la “cultura de la basura”, como vaticinaba Rodríguez de la Fuente en 1972. ¡Hemos tardado un rato en darnos cuenta!
Con la creencia de que todo se recicla se ha perdido la conciencia de lo que supone elegir alimentos en recipientes de plástico. El colmo ha sido que los alimentos frescos como carnes, pescados y verduras se presenten envasados en bandejas para autoservicio del cliente. Esto añade a nuestra cesta de la compra un volumen de residuos francamente insostenible.
Se pueden buscar alternativas para atenuar este despropósito:
- Realizar la compra en grupos de consumo, cooperativas o asociaciones de consumidores o comercios específicos que restrinjan el uso de envases para sus productos, ofreciendo alternativas a granel principalmente, con aportación del envase por parte del usuario.
- Llevar a la compra envases propios reutilizables para meter lo que compramos: bolsas de tela para la fruta y verdura, bolsa de tela del pan, “tupper” para la carne y el pescado…
Otra línea de reducción de desechos es fácil de acometer con respecto a los utensilios de un solo uso como:
- Utilizar vasos y platos reutilizables aunque seamos muchos, podemos compartir la tarea de fregarlos.
- Recuperar las servilletas, manteles, paños de cocina y pañuelos de tela en nuestra vida diaria.
- Los bastoncillos y pajitas son elementos claramente prescindibles de nuestras vidas.