Malas hierbas: La juncia
Fotografía de Vicen Piqueras

La juncia: la reina de las hierbas

La juncia (Cyperus rotundus L) está considerada como una de las peores “malas hierbas” debido a su reproducción por tubérculos en masa y una elevada competitividad con otras plantas. Está presente en muchos lugares del mundo, causando disminuciones de rendimiento a los cultivos.

Conocer sus características nos ayudará a llevar a cabo estrategias que nos permitan controlarla o al menos no favorecer su reproducción.

Los tubérculos se desarrollan muy rápido, tienen una alta viabilidad y soportan un amplio rango de temperatura y humedad. Continúan su crecimiento sin independizarse de la planta madre, desarrollando su yema apical que origina un rizoma ascendente que generará una nueva planta o bien producirá rizomas horizontales que profundizarán y volverán a tuberizar, dando lugar a un nuevo tubérculo. La interconexión entre ellos y los rizomas hace que se forme una red con una serie de cadenas que pueden alcanzar más de un metro de longitud.

Normalmente, los tubérculos se encuentran hasta una profundidad en el suelo de 20 cm, pero pueden llegar a los 50 cm. Son la principal unidad de dispersión de la planta y pueden estar periodos de tiempo sin brotar y cuando las yemas en reposo detecten que las condiciones meteorológicas y climáticas de la zona son las adecuadas, iniciarán la brotación. El frío o desecaciones del tubérculo pueden comprometer la viabilidad de éste, incluso pueden matarlo.

La luz promueve su brotación. El C. rotundus es sensible a la sombra que le provoca los cultivos de talla alta. Crece bien con elevada humedad, alta radiación solar y con temperaturas adecuadas. Los tubérculos necesitan un nivel medio de humedad. Con un nivel muy bajo (<10%) o muy elevado (>60%) los tubérculos morirán.

La germinación y el crecimiento de los brotes es más rápida cuánto más cerca estén de la superficie. Por el contrario, al aumentar la profundidad en el suelo, la supervivencia del tubérculo se ve favorecida.

Entender por qué invade los terrenos cultivados y desaloja al agricultor está pendiente de analizar. Si atendemos a sus efectos alelopáticos sobre algunos cultivos podemos interpretar su aparición en suelos agotados en los que bloquea la germinación de cultivos como el maíz, favoreciendo sin embargo a las leguminosas. Un manejo del suelo en el que se elimina toda competencia con otras hierbas al dejar el suelo desnudo le abre el camino a esta reina de la pradera. Como ante cualquier amenaza conviene idear estrategias de convivencia para adaptarse a su presencia y revertir su invasión. El uso de acolchados permanentes, el agotamiento de sus reservas a base de desherbados manuales frecuentes y el laboreo superficial son algunas de las acciones que pueden aliviar su presencia. Y por supuesto un replanteamiento de las técnicas de cultivo que han llevado al suelo a empobrecerse.