La Red Estatal Intervegas promueve una Proposición de Ley que tiene como objetivo la protección de los Suelos de Alto Valor Agrológico (SAVA) y de otros Suelos de Interés Agrario (SIA) por sus importantes funciones ambientales, productivas e histórico-culturales, su decisiva contribución a la seguridad y soberanía alimentarias, a la lucha contra el cambio climático y la gestión sostenible del territorio.
Esta proposición de ley declara que un suelo de alto valor ecológico es un suelo muy fértil, fruto de largos procesos naturales y del uso agrario que le han dado las comunidades a lo largo de la historia, como resultado de una combinación de saberes y recursos locales.
Define los suelos de interés agrario como los que poseen valores significativos desde el punto de vista edáfico, ambiental, productivo o territorial, considerando su aprovechamiento agrario y su aportación al mantenimiento de la calidad de los ecosistemas, de la biodiversidad y del modelo de ordenación territorial del que forman parte.
Se intenta proteger unos territorios agrarios y unos suelos fértiles fundamentales para la producción de alimentos de una manera respetuosa con el medio ambiente para que la agricultura se pueda desarrollar con la garantía de permanencia en todos los territorios, desde los periurbanos a los profundamente rurales, asegurando de este modo una producción anclada en el territorio, próxima o de cercanía, que permita que las poblaciones, tanto urbanas como rurales, puedan abastecerse de productos hortofrutícolas frescos, de calidad y asociados a las dietas mediterránea y locales, reduciendo los costes de transporte y las emisiones de gases de efecto invernadero asociados a los alimentos que han recorrido grandes distancias antes de llegar a nuestra mesa.
Los suelos fértiles son claves para impulsar políticas agroalimentarias locales, y para favorecer la creación de empleo y riqueza, el auge de la economía local y el necesario mantenimiento de los paisajes de la agricultura, donde poder desarrollar actividades educativas y de disfrute al aire libre. Además, cumplen importantes funciones ambientales, productivas e histórico-culturales, y contribuyen a la lucha contra el cambio climático, pues los suelos son la segunda fuente de almacenamiento de carbono después de los océanos. La protección de los suelos, la restauración, y el uso sostenible que recupere su fertilidad, son cruciales tanto para mitigar como para adaptarse al cambio climático.
Se habla de la agricultura periubana y los regadíos históricos como figuras a reconocer para que una nueva agricultura adaptada a los cambios que están llegando sea posible.