Uno de los problemas más comunes que podemos tener en nuestro huerto es la proliferación desproporcionada de algún insecto que se convierta de esta forma en plaga.
El hecho de que haya insectos en nuestro huerto y que se alimenten de los cultivos no es en sí mismo negativo, al contrario, es positivo, ya que la biodiversidad siempre es beneficiosa. El problema surge cuando hay desequilibrios, es decir, cuando la población de una especie se dispara y merma considerablemente el cultivo del cual se alimenta. Esto puede suceder por varias razones, normalmente se debe a una mala gestión anterior del huerto que ha conducido a una situación desequilibrio en el ecosistema.
Si bien, es cierto que actualmente partimos de la idea de que muy pocos ecosistemas están en equilibrio, normalmente por causas antrópicas, como el uso de plaguicidas, herbicidas, técnicas de laboreo demasiado agresivas, desertificación, cambio climático, contaminación de aire y agua, caza sin criterios, urbanización, etc., todo esto provoca que sea difícil mantener un equilibrio en el huerto.
La agricultura convencional (agroquímica) usa plaguicidas, es decir, productos químicos que acaban o reducen la población del insecto causante de la plaga. Pero esta técnica sólo soluciona el problema en el momento y en el futuro lo agrava. Esto se debe a que las plagas se hacen resistentes al uso prolongado de productos químicos que por lo tanto se vuelven ineficaces y es necesario incrementar la dosis o usar otros plaguicidas más potentes. Estos productos químico-sintéticos también afectan al desarrollo vegetativo de la planta y destruyen paulatinamente el equilibrio del suelo afectando a los microorganismos que lo conforman por lo que finalmente las plantas se irán debilitando y haciéndose más vulnerables al ataque de plagas y a las enfermedades, teniendo que aumentar más la dosis y entrando así en un círculo vicioso con graves efectos sobre el medio ambiente. Además está demostrado que muchos de estos productos tienen efectos negativos sobre la salud humana y además son acumulativos por su gran persistencia, pudiendo causar muchos problemas a largo plazo.
La agricultura ecológica propone no usar químicos contra las plagas y en cambio propone usar como principal método de lucha contra plagas y enfermedades la prevención. En el caso de que esto no sea suficiente propone usar otros métodos y productos menos agresivos y más respetuosos con el medio ambiente. Aunque en el momento los resultados parecen menos satisfactorios a largo plazo tendremos plantas más sanas y resistentes, suelo mejor estructurado e igual o mayor producción que si se hubiera usado química, además sin necesidad de dañar el medio ambiente para conseguirlo.