Para hacer un buen uso del riego por goteo hay que entender cómo funciona y cómo repercute en la relación suelo-planta. Este sistema de riego aplica el agua gota a gota sin mojar todo el suelo y tiene una alta frecuencia para mantener un nivel de humedad cercano a la capacidad de campo, nivel en el que las plantas apenas realizan esfuerzo para absorber el agua. En la zona que se moja se desarrolla la mayor parte de las raíces.
Se produce una concentración de raíces en la zona húmeda hasta cuatro veces mayor que en otras formas de riego.
Se le llama bulbo húmedo al suelo mojado por un gotero cuya forma y tamaño va a depender no sólo del tipo de suelo que tenemos sino también de qué goteros instalemos y cómo reguemos:
- El suelo: en suelo arcilloso el agua se extiende hacia los lados (bulbo achatado), en suelo arenoso profundiza más (bulbo alargado).
- Caudal del gotero y tiempo de riego: cada gotero está fabricado para emitir un caudal para unas condiciones de presión suficiente. Los hay de caudal fijo y otros que son regulables. A mayor caudal (l/h) se forma un charco más extendido en horizontal mientras que a caudales menores la zona mojada se extiende más verticalmente. En cuanto al tiempo, a más duración del riego mayor profundidad conseguimos. Así ocurre que para goteros que dan caudales muy altos (algunos regulables hasta 70 l.) mojamos muy rápido y en superficie, multiplicando el gasto de agua innecesariamente si queremos que profundice y siendo más fácil provocar pérdidas de agua por percolación (agua que se perderá en el subsuelo). Más adecuado son los goteros de 4l/h que requieren más tiempo de riego, pero van a mojar más en profundidad para la misma cantidad de agua comparado con los de gran caudal.
Está claro que no tiene nada que ver este tipo de riego con el tradicional riego por inundación ni en tiempos de riego ni en suelo mojado ni superficie ocupada por raíces. Por tanto se debe dar un uso adecuado a estos sistemas de goteo para no desperdiciar agua y obtener los mejores resultados en el cultivo.