Las semillas son esenciales en la producción de alimentos siendo ellas mismas un alimento además de ser las encargadas de la reproducción de su especie generación tras generación.
Tradicionalmente el agricultor ha conservado sus semillas como alimento y para sus próximas siembras realizando una mejora y selección que las ha hecho llegar a nuestros días con ese valor añadido. Pero la evolución de la agricultura ha relegado estas prácticas a un consumo externo de este medio y a la casi absoluta dependencia de la agroindustria para conseguirlas. Con ello lo que estamos perdiendo son muchas variedades con características tanto organolépticas como de cultivo muy interesantes, asociadas a la cultura agraria, base de nuestra gastronomía. Estas variedades tradicionales son esenciales para la conservación de la biodiversidad como garantía de recursos y opciones para tener respuesta a futuras demandas ante situaciones adversas que nos generarán la acción humana y el cambio climático.
Todas las especies son necesarias y cualquier pérdida es imperdonable ya que en ella perdemos siglos de experimentación y una información que muchas veces ni conocemos y que podría ser determinante para nuestro futuro.
En el huerto ecológico podemos contribuir a preservar estas variedades en peligro de desaparición acercándonos a las redes de semillas y a los hortelanos de nuestro entorno para participar en su reproducción, siempre que aprendamos en qué condiciones hacerlo para no perder sus características. Conocer cómo se reproducen, qué distancias son necesarias para evitar cruces o cómo se conservan es un aprendizaje necesario para colaborar con la conservación de este patrimonio.