Descripción y características: Se cree que es originario del mediterráneo. Posee tallos estriados que forman una gruesa penca con hojas acuñadas siendo la parte que se consume.
Los tallos se pueden blanquear y de esta forma conseguir un producto con un sabor algo más suave, ya que el apio se caracteriza por tener un sabor muy fuerte y característico. Se le atribuyen múltiples propiedades medicinales.
Tierra y abonado: El apio no es demasiado exigente en suelos, siempre que no sean excesivamente húmedos. Soporta mal la salinidad, es exigente en humedad del suelo, pero sin que llegue a haber encharcamiento. Si el suelo sufre sequedad los tejidos se vuelven bastos y el producto pierde calidad. Es exigente en materia orgánica, concretamente en potasio y nitrógeno, aunque también tiene necesidad de boro. Conviene aportar una buena cantidad de compost y algo de ceniza de madera.
Siembra del apio: Se puede sembrar a partir de febrero-marzo en zonas templadas y en zonas más frías a finales de marzo o abril. En zonas más cálidas se puede incluso hacer una segunda siembra en otoño, esta cosecha suele dar mejores resultados que la de primavera. La siembra puede ser directa o también se puede realizar en semillero y un posterior trasplante.
Labores y mantenimiento: Acolchar con paja es una labor que beneficia notablemente al apio, ya que mantiene la humedad del suelo de forma muy constante que es lo que este cultivo necesita. Un riego por goteo es el mejor sistema para este cultivo. Si se quiere blanquear las pencas se ataría un cartón rodeando la mata para evitar la entrada de luz solar y por tanto la creación de clorofila, de esta forma el producto será algo menos nutritivo, pero tendrá un sabor más suave.
Recolección del apio: Se puede recolectar la planta entera o ir recolectando las pencas paulatinamente según vayamos necesitándolas.
Nombre científico: Apium graveolens
Familia: Umbeliferae