Antes de la siembra es necesario realizar una serie de prácticas hortícolas para preparar el terreno para el huerto ecológico. Estas prácticas dependerán del tipo de suelo sobre el que queremos cultivar y sus características y de nuestra elección de hacer o no laboreo.
En un cultivo ecológico deberemos de tener en cuenta una serie de cuestiones para la preparación del terreno:
- Utilizar lo menos posible los aperos mecánicos, ya que compactan el suelo. Esto se realizará en la medida de las posibilidades dependiendo de la cantidad de superficie de cultivo y del objetivo del huerto entre otros factores.
- Evitar voltear la tierra por encima de los 25 centímetros superficiales, ya que esa es la capa más fértil, aireada y cálida. Hay que evitar mezclar perfiles y enterrar esta capa al voltearla porque corremos el riesgo de que a más profundidad sólo puedan desarrollarse bacterias anaerobias, se alejen los nutrientes de las raíces obligándolas así a profundizar más y se modifique la microfauna de forma negativa. Una herramienta recomendada para trabajar la tierra es la horca de doble mango que airea la tierra pero sin mezclar perfiles y en el caso de usar motocultor conviene que sus cuchillas trabajen en vertical.
- Trabajar la tierra cuando el grado de humedad sea el adecuado, es decir, ni demasiado seca porque se desmenuza ni demasiado húmeda porque se cementa. En ambos casos el gasto de energía a la hora de realizar labores sería mayor. De esta forma si está demasiado húmeda conviene esperar y si está demasiado seca se puede dar un riego con 24 horas de antelación.
- Elegir las técnicas de laboreo teniendo en cuenta todos los factores que pueden afectar al cultivo. Algunos de ellos son el tipo de terreno, el tipo de cultivo y la climatología.
- No remover la tierra en exceso o por rutina, hacerlo sólo cuando sea necesario.
- No incorporar la materia orgánica fresca (estiércol, compost, abonos verdes…) en profundidad ya que se pueden producir condiciones anaerobias (sin oxígeno) y por lo tanto una mala descomposición.
- Conviene estimular el laboreo natural, es decir, el que realizan las raíces y los organismos vivos que se encuentran en el terreno. Esto se consigue con el aporte de materia orgánica, con los abonos verdes, rotando plantas con raíces que lleguen a distintas profundidades y dejando las raíces del cultivo en la tierra para que se descompongan o sean digeridas por la microfauna del suelo.
Una vez preparado el terreno podremos seguir haciendo laboreo con las mismas premisas que hemos comentado u optar por el no laboreo, manteniendo las condiciones del suelo con un manejo adecuado que incluirá cobertura orgánica permanente.