En agricultura ecológica el término “malas hierbas” desaparece y es substituido por “hierbas competidoras” o “hierbas adventicias”. Por planta adventicia nos referimos a una planta que crece espontáneamente sin haber sido sembrada. Estas plantas suelen tener gran capacidad de colonización del terreno por lo que suelen ser competidoras de los cultivos. Sin embargo, no siempre la presencia de estas plantas en el huerto es negativa, las plantas adventicias también tienen ventajas y en algunos casos pueden ser beneficiosas.
Dado el poder colonizador de las hierbas espontáneas no nos quedará más remedio que proceder al control de las mismas en muchas ocasiones. Para tal fin existen una serie de técnicas que podemos usar, prescindiendo de herbicidas químicos que aunque en un principio pueden ahorrar trabajo a la larga son perjudiciales para la salud del huerto y contaminan los cursos de agua y las aguas subterráneas.
La juncia (Cyperus rotundus L) está considerada como una de las peores “malas hierbas” debido a su reproducción por tubérculos en masa y una elevada competitividad con otras plantas. Está presente en muchos lugares del mundo, causando disminuciones de rendimiento a los cultivos.
La verdolaga (Portulaca olerácea) es una hierba anual rastrera, con tallos ramificados carnosos, así como sus hojas. Es considerada como una “mala hierba” pero fue una verdura cultivada hasta el siglo XVI en la Península Ibérica. Como tal era apreciada por sus propiedades diuréticas, antifebrífuga, antiescorbútica, rica en sales minerales.