Uno de los problemas más comunes que podemos tener en nuestro huerto es la proliferación desproporcionada de algún insecto que se convierta de esta forma en plaga.
El mejor método para evitar los ataques de plagas y enfermedades en nuestros cultivos es la prevención.
Aunque las plagas no deben aparecer si se realiza una correcta gestión del huerto, no siempre esto depende de nosotros, ya que todos los ecosistemas están relacionados entre sí, por lo que el hecho de que otros ecosistemas estén en desequilibrio afecta directamente al nuestro.
Dependiendo del tipo de plaga las técnicas de control son distintas. Conviene por ello detectar y clasificar primero el insecto que causa el daño en el huerto.
Nuestras plantas de tomate, berenjena y judías pueden sufrir un ataque estival de araña roja que seca los cultivos, en zonas con veranos muy cálidos. Su expansión se ve favorecida en días de altas temperaturas y vientos de poniente.
Cuando hablamos de biodiversidad en el huerto ecológico nos solemos fijar en los cultivos e interpretarla haciendo una rotación que nos permita tener presentes familias distintas a lo largo del ciclo de cultivo. Pero esto no siempre es suficiente para aportarnos esos “espacios de biodiversidad” que suponen las plantas acompañantes que albergan fauna auxiliar y alimento para ella. Nos referimos a plantas que nos ayudan a proteger a las cultivadas para que las plagas y enfermedades no hagan acto de presencia.
Son gusanos microscópicos de forma cilíndrica. Los que afectan a las plantas (fitoparásitos) son microscópicos, no podemos verlos a simple vista. Tienen en la cabeza un estilete que utilizan para penetrar en la planta y extraer nutrientes para vivir y reproducirse.